El camaleón mágico
Por Ana Mª Fernández
Pérez, 1º B
Érase una vez una niña llamada Clara a la que le gustaban mucho
las flores. Una vez su padre le pidió que fuese a buscar una flor muy especial,
que servía para hacer medicinas.
Clara, al día siguiente, fue al bosque encantada a buscar la flor.
Cuando llegó se encontró un montón de camaleones pero había uno diferente, con
muchos colores y se lo llevó a su casa. Clara le llevó la flor a su padre y le
enseñó el camaleón. Su padre le dijo que era muy raro y que se lo dejase que lo
iba a investigar.
Al día siguiente su padre le dijo que era muy distinto a los demás
porque por la noche ¡BRILLABA!.
Al cabo de unos años el padre y la hija notaron que no habían
envejecido nada y habían tenido demasiada suerte, y entonces descubrieron que
el camaleón, era un camaleón mágico, y decidieron quedárselo y cuidarlo para
toda la vida.
Fin
Un cuento nuevo
Por Sabrina Fortes Lorenzo de 1º B
La biblioteca del
pueblo es muy especial para mi, como mis dos padres trabajaban, pasaba mucho
tiempo sola, bueno, sola no, mi madre trabajaba allí, ordenando las
estanterías, las fichas de los libros... esos asuntos de bibliotecaria,
entonces yo me iba a la biblioteca y pasaba el rato allí, haciéndole compañía.
Me leía todos los libros, mi madre dice que soy muy curiosa y que no paro de
hablar y hacer preguntas. La verdad es que la biblioteca es un poco aburrida,
porque siempre están los mismos libros. Un día, mi madre me dijo que ordenara
los libros de la séptima estantería y me encontré un libro que no había visto
antes, o sea, que no lo había leído, en ese momento, me quedé muy extrañada, el
libro se llamaba ''La palabra correcta''.
Le pregunté a mi madre si podía cogerlo prestado, pero cuando
buscó la ficha, se dio cuenta de que no estaba registrado, aún así me lo
guardó. Al volver a mi casa, una anciana se me acercó y me dijo:
–
Niña, ese libro que llevas es muy especial, si te das cuenta,
sólo tiene escrita una línea – abrió mi libro y señaló un espacio en blanco –
aquí tienes que escribir la palabra correcta, cuando la averigües, pasará algo
mágico.
–
Pero, ¿cómo sabré cuál es la palabra?
–
Depende de tu imaginación – me dijo insinuando algo.
Días más tarde, aún seguía pensando en esa anciana de pelo
canoso, con bastón y medio tuerta, abrí mi libro y empecé a probar palabras;
libro, palabra, secreto...
Entonces, recordé lo que me dijo y puse la palabra imaginación,
a continuación, el libro se cerró, lo intenté abrir pero no pude, y me fijé en
la portada, el título había cambiado, ahora el libro se llamaba ''Un cuento
nuevo''
Al día siguiente vi a la anciana, le conté lo que pasó y me dijo
muy alegre:
–
Bien, tienes treinta días para leerte el libro, entonces,
volverá a pasar lo mismo y aparecerá un cuento nuevo.
Años después, el libro sigue cambiando, y gracias a eso, tengo
muchas más historias que recordar.
Aún no se cómo llegó el libro hasta esa estantería, pero supongo
que es cuestión de magia.
Tintín
Por Lydia Rodríguez Hermoso, 1º B
Erase una vez un pequeño perro que vagaba solitario por un bosque en
busca de una familia que lo acogiera, pues lo habían abandonado cuando enfermó
y se hizo mayor. Cuando el perrito, que se llamaba Tintín, salió del bosque, vio
una pequeña casita en la pradera y se dirigió hacia allí. Cuando se asomó a la ventana vio a una hermosa
perrita durmiendo junto al fuego, pues era invierno. Cuando la perrita, que se llamaba Pucca, se
despertó, vio a un extraño perro asomado. Y lo intentó acoger abriéndole la
puerta para que pudiera entrar. Más tarde, los dueños llegaron y encontraron a
los perritos durmiendo una al lado de otro. Los dueños se preguntaron:
-¿Nos podemos permitir mantener a dos perros?
Entonces uno de los dueños pensó:
-Si tu talas los arboles y yo los transporto podremos sacar más
beneficios.
Finalmente Tintín encontró una familia con quien poder compartir el resto
de sus días.
Cuento
Por Santiago Rodríguez, 1º B
Después de un día largo
y duro, cené y estaba deseando irme a dormir. Cuando ya estaba a punto de
dormirme, sentí un escalofrío y sabía que me miraban. Es una sensación que ni
yo mismo puedo describir, algunas veces me pasa, pero sabía y estaba convencido
de que me estaban mirando. Encendí la luz rápidamente y busqué por todas partes.
Pero la cosa que me miraba no estaba.
De
pronto vino mi madre y me reprochó de encender la luz y no dormirme. Yo
protesté y le conté lo que me había pasado pero ella me dijo que no había nada en mi cuarto. Enfadado
apagué otra vez la luz pero ya no había esa sensación rara.
Cuando
mi madre bajó las escaleras y yo ya estaba convencido de que no había nada en
mi cuarto sonó una voz malévola y siniestra "¡Ahora eres todo mío!".
Enhorabuena a todos por vuestro trabajo. Si seguís así seguro que aprenderéis a desarrollar el lenguaje, la expresión, la imaginación y la comunicación en general. Algo muy válido en vuestro futuro. Feliciddes
ResponderEliminarSoy una madre de una niña de 1º.